09
Marzo
2014

Picudo II: Daño ecológico

Pedro Nieto Carrasco

Así de absurda podría quedar una crónica escrita en el año 2200.

En España, con sedes en las distintas ciudades de la costa mediterránea, tuvo lugar un curioso macro experimento subvencionado por la ostentación política y patrocinada por la globalización de los mercados. Fué denominado

PRIMERA CONTIENDA INTERNACIONAL DE DEVORADORES DE PALMERAS".  

El ensayo consistió en distribuir primero todas las palmeras  por las zonas verdes de nuestras ciudades. Se hizo con algunos años de antelación para darles ventaja y  para que tuviesen tiempo suficiente para establecerse y aclimatarse. Desatendiendo a la lógica y coincidiendo con un boom urbanístico decidieron introducir un millón de palmeras por varios puertos del Mediterráneo sabiendo que antes o después llegarían sus dos potenciales enemigos hasta entonces desconocidos: el picudo rojo y la oruga perforadora del estípite.

El encuentro era internacional y cada uno de los participantes procedía de una zona distinta del planeta. Por parte de las posibles víctimas,  la palmera canaria  (Phoenix canariensis) venía de un pequeño archipiélago africano, la palmera datilera (Phoenix dactiliphera) de Oriente próximo y las Wasingtonias (Wasingtonia robusta y Wasingtonia filifera) de Norteamérica.  Por la parte depredadora, el picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus) procedía de Oceanía y la polilla barrenadora (Paysandisia archon) lo hacía representando al continente sudamericano.

Para igualar las fuerzas, la administración se puso de parte de las palmeras a base de abundante normativa, inpecciones aduaneras, pasaportes fitosanitarios y periodos de cuarentena.  También se ofreció a ayudar gentilmente la industria del fitosanitario.

La despiadada cacería no podía tener más aliciente. Toda la comunidad científica, ávida de simposios, estuvo expectante. Resultó tan original la  idea que pronto fué copiada por todas las ciudades costeras de Francia e Italia".

 

Ahora sabemos que, efectivamente, el picudo rojo vino a  España como polizón en un barco lleno de palmeras expoliadas de Egipto y se expandió por toda la franja mediterránea montando en la trasera abierta de una flota de camiones. Viaja más lejos, rápido y cómodo un picudo montado en coche que volando por sí mismo. Cuentan que la primera palmera infectada de la provincia de Jaén estaba junto a un puticlub de la  Nacional IV a la altura de Bailén. Se sospecha que la Paysandisia pudo ser aún más rápida pues parece que llegó a Gerona en la bodega de un avión que despegó de Argentina en el año 95.

Transcurridos quince años desde que se produjo el primer encuentro ¿Cuáles han sido los resultados? Miles de palmeras muertas en el campo de batalla y dos especies exóticas invasoras en expansión por el continente europeo. El picudo rojo se ha cebado especialmente con la palmera canaria, la más bonita, totalmente desprovista de mecanismos de autodefensa. Es la primera vez a lo largo de su vida que se encontraba con semejantes monstruos y no tenía nada preparado. Estaban desbocados por la ausencia de enemigos naturales y se comportaban de manera despiadada. La primera conclusión del ensayo es que ya conocemos al controlador biológico de la palmera canaria.  El ataque empezó bajo la bonanza térmica de la costa pero su capacidad de adaptación les  permitío sobrevivir incluso en el interior de la meseta. Cada vez eran más pequeños y usaban mecanismos de diapausa para luchar contra el frío. Se derramaron millones de litros de imidacloprid  (el mayor responsable de la pérdida de polinizadores en todo el mundo) pero pronto consiguieron hacerse resistentes.

Igual que en muchas películas de ficción, el experimento se les fué de las manos.

 

 

Con independencia del coste económico, pienso que hay que distinguir dos tipos de daños provocados por los fitófagos sobre nuestras palmeras:

  • El  daño estético, paisajístico y sentimental de ver cómo van derritiéndose las palmeras de nuestros parques y jardines. Tenemos la creencia de que la palmera datilera es nuestra pero en realidad lleva en la península, desde el punto de vista geológico, cuatro días a falta de una pruebas que los expertos están realizando a unas poblaciones de palmeras ibéricas relictas presentes en ciertas ramblas de Murcia y Almería. Supongamos que el picudo consigue exterminar de España  estas tres especies de palmeras sensibles.  En teoría debería sucederse la autoextinción del picudo rojo por falta de alimento. Finalmente quedaría un empate ecológico entre unas especies traídas intencionadamente por el hombre y otra especie traída también por él pero de forma negligente unos años más tarde. A nuestra retama del campo o al zorro de nuestros campos les sería indiferente. Les vieron llegar y por donde llegaron se fueron. La pérdida de nuestros palmerales más emblemáticos liderados por el de Elche, ahora patrimonio de la humanidad, se nos habrá olvidado dentro de muy poco tiempo, no más de cien o doscientos años.
  • Daño ecológico como consecuencia de la destrucción de hábitats y poblaciones de especies nativas. Este segundo caso, bajo mi punto de vista reviste más gravedad que el primero pues produce una pérdida irreparable de nuestro patrimonio genético.  Así ocurre con la catarina o mariquita asiática (Harmonia axyridis) que desplaza a nuestra mariquita de siete puntos, el longicornio del pino (Monoschamus spp) que transmite un peligroso nematodo a nuestras coníferas o el avispón asiático (Vespa velutina) que causa el terror entre nuestras abejas melíferas.

 

¿Cuándo se debe considerar al picudo rojo como un verdadero problema ecológico?  A mi juicio ya lo es en Canarias desde el momento que arribó y empezó a devorar palmeras salvajes (Phoenix canariensis) en los valles de Gran Canaria y Fuerteventura. Allí si tienen motivos serios para estar preocupados. En la península ibérica la amenaza ecológica está en la única especies de palmácea autóctona que tenemos en Europa, el palmito (Chamaerops humilis).  El picudo parece que todavía no lo ha visto como recurso alimentico pero si lo ha hecho en cambio la Paysandisia archon. Si esta especie empezara a establecerse en nuestros palmitares costeros, lamentaríamos la progresiva pérdida de un hábitat único en el mundo y el declive de su serie de vegetación más característica (Chamaeropo humilis-Rhamnetum lycioidis) con afección a todo el cortejo de especies animales y vegetales asociadas a él.

Vamos a estar atentos que esto ya es más serio.