Salvemos las pitas?
Reflexión en voz alta sobre los trabajos de retirada masiva de sisal (Agave sisaliana) y henequén (Agave fourcroydes) llevados a cabo en el Toyo
Pedro Nieto Carrasco
Vamos a respirar hondo y dejar que trascurran un par de años. Los trabajos de erradicación de las pitas en el paraje del Toyo habrán quedado en mera anécdota, una chapuza ambiental cofinanciada (Life Conhabit) que pasó inadvertida poco más allá de algunas quejas vecinales y unos superfluos titulares de prensa local. Los defensores de las pitas podéis dormir tranquilos, hay que ser más que ingenuo para pensar que aquí nunca más habrá pitas.
Las invasiones biológicas suponen una de las mayores amenazas de nuestros ecosistemas y la pérdida de biodiversidad es la antesala de la destrucción de nuestra propia especie. Defiendo a ultranza la conservación y el respeto por nuestros hábitats y disfruto, como pocos, cuando paseo entre artos. Por tanto, yo soy de ¡PITAS NO!
Como vecinos de Retamar, pronto advertimos el comienzo de la macro escarda de sisales. Desconocíamos quién promocionaba, quien ejecutaba, cuáles eran sus objetivos y lo más inquietante, qué superficie quedaba afectada por esta preocupante iniciativa. Algo lógico cuando se inician unos trabajos y no se coloca el preceptivo cartel de obra. Ahora que las máquinas se han ido todo ha quedado en un susto. Menos mal.
Me llama la atención que se haga una importante inversión en la retirada de una especie invasora cuando no preceden denuncias sociales ni se afecta negativamente a ningún sector productivo como ocurre con los camalotes flotantes que asfixian la pesca o la lantana que contamina los pastos y envenena al ganado. Se ha actuado de oficio en beneficio de la recuperación de un hábitat considerado prioritario por la UE (“matorrales arborescentes con Zyzyphus”). Perfecto, algo propio de países avanzados.
Pero si se pretende recuperar un hábitat, no se entiende que se haya actuado en el Toyo II, pues es difícil encontrar otra zona en el planeta que tenga más especies exóticas invasoras por metro cuadrado. No son las pitas, ni mucho menos, una de las peores. La regeneración de este hábitat semiárido es algo inconcebible al menos mientras siga discurriendo a su través el sobrante de una EDAR. Y, ¿por qué las pitas? ¿Acaso los promotores desconocían la reciente llegada del picudo del agave (Scyphophorus acupunctatus), un aliado que destruye los agaves haciendo menos ruido y levantando menos polvo? Es verdad que trabaja más lento pero lo hace gratis. A nadie se le ocurría ahora lanzar un proyecto para erradicar chumberas.
En el fondo, hemos tenido suerte pues no quiero imaginar esta misma actuación en otras zonas mejor conservadas del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar. No hay estudio de impacto ambiental que avale este paso vandálico de la maquinaria pesada por las joyas botánicas del ecosistema: Urginea maritima, Caralluma europaea, Cynomorium coccineum y Androcymbium europaeum. Llegado el momento, pensaba, si estos indocumentados maquinistas saltan al paraje de las Amoladeras tengo la obligación moral de encadenarme a la cepa de un azufaifo.
¿No hubiese sido mejor aceptado socialmente realizar una limpieza manual de un artal incluyendo las pitas, el resto de especies exóticas y también, por que no, cualquier otro resto de basura?. Menos superficie pero mejor tratada, más puestos de trabajo. Tendríamos ahora una actuación ejemplar que enseñar al mundo, no como ahora, un pisoteado paisaje manchado de aceite más propio de una acción bélica. Sugiero que no vayáis en un tiempo, no está el paisaje para fotos.
Es tremendamente costoso hacer retroceder a una especie exótica invasora y prácticamente imposible erradicarlas de manera definitiva. Acaso, ¿Conocéis de una sola especie exótica invasora que la administración haya sido capaz de erradicar? Un significativo porcentaje de ejemplares de pita sigue quedando allí por lo que finalmente la operación de limpieza ha quedado reducida a escamonda. Cualquiera quita las pitas encajadas entre rocas o aquellas otras que han sido absorbidas por el todopoderoso azufaifo, "con lo que pincha el muy canalla".
Los nuevos e innecesarios accesos abiertos por las máquinas han convertido el impenetrable enclave en un exótico circuito de motocross para los fines de semana. Los artos se han quedado indefensos frente a su principal enemigo, el hombre, y es posible que haya sido peor el remedio que la enfermedad. Las lagartijas colirrojas tendrán ahora que mirar antes de cruzar.
Los agaves son más rápidos ocupando los nuevos espacios libres que las especies de cortejo que lleva el azufaifo, por eso mismo las apodamos invasoras. Tienen tres mecanismos de propagación vegetativa que asustan: los hijuelos basales, los rizomas y los bulbillos aéreos de los escapos florales. Todo un arsenal biológico que ha quedado desperdigado tras el paso de las retroexcavadoras. ¿Recordáis el final de la película “Alien”?
CONTINUARÁ …..